¿SE PUEDE HACER CIENCIA SIN EXPERIMENTACIÓN ANIMAL?

Dar con un medicamento para una determinada enfermedad es como buscar una aguja en un pajar. Requiere mucho tiempo y recursos, tanto para entender los mecanismos moleculares detrás del problema de salud, como para dar con un producto que funcione y que no sea tóxico ni provoque efectos secundarios indeseables. Ese producto, además de actuar contra la diana terapéutica que queremos, debe sortear los mecanismos de control que tiene el organismo para eliminar sustancias extrañas. Una vez hallado, para comprobar su eficacia se tienen que realizar numerosas pruebas de seguridad que, a menudo, implican el uso de una gran cantidad de animales de laboratorio.
En los últimos años, los científicos tratan de dar con alternativas para poder reducir la experimentación con animales, que según cifras aportadas por la Unión Británica para la Abolición de la Vivisección y el Consejo en Bioética Nuffield asciende hasta unos 100 millones de vertebrados en todo el planeta , el 10% de los cuales se usan en la Unión Europea. Uno de los métodos alternativos a los llamados ‘modelos animal’ son las herramientas bioinformáticas y el uso de big data o datos masivos, sobre todo a la hora de evaluar la toxicidad de un producto farmacológico.

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